Úlima hora


domingo, 11 de diciembre de 2011

La Mente de Jose Bretón y sus secretos


Señorita, debería usted leerse este libro de autoayuda. Está muy bien. Se lo recomiendo». El consejo bibliográfico se lo proporcionó José Bretón en la cárcel de Alcolea (Córdoba) a una de las psicólogas que se han entrevistado con él durante los casi dos meses que lleva preso. Tranquilo y sin inmutarse, como si la recomendación a una profesional de la mente fuera habitual. Ella tuvo que morderse la lengua para no responder. Bretón exhibió, una vez más, el halo de superioridad advertido por todos los que tratan con él. Es el «dueño del secreto» de la desaparición de sus hijos y, transcurridos ya más de dos meses, no parece dispuesto a revelarlo.


Ese libro y otros manuales similares se los llevó su familia la primera vez que lo visitó en la prisión. Hasta entonces, había entretenido el tiempo con revistas científicas, novelas y libros de historia de la biblioteca del centro, entre permanentes quejas por su estricto régimen (el protocolo de prevención de suicidios). Desde hace unos días se le permite leer la prensa general, aunque él concentra su interés en la deportiva. El viernes ya pudo llevarse a la celda la radio que había comprado en el economato, justo a tiempo para seguir el Real Madrid-Barcelona. Tras postularse como pertinaz forofo, ansiaba oír ese partido, a falta de imágenes. La semana que viene también tendrá a su alcance televisión.

Son las únicas concesiones de las que va a disfrutar por el momento. José Bretón seguirá incluido en el protocolo antisuicidios y solo está prevista una salida en los próximos días para que se le realice un TAC en el hospital Reina Sofía de Córdoba, el mismo donde ya le han hecho un encefalograma. El psiquiatra que lo está examinando por orden judicial solicitó esas pruebas con el fin de descartar cualquier tipo de neuropatía o lesión.

De momento no han aparecido y todos los especialistas que lo están tratando apuntan a que Bretón no padece ninguna patología, pero sí presenta relevantes rasgos psicopáticos. Según ha podido saber ABC, los peritos —psiquiatra, forense y psicóloga—, designados por el juez, se inclinan por este diagnóstico. La psicóloga ya ha acudido tres veces a la prisión y las pruebas de los tres expertos, amparadas por el secreto de sumario, continúan. En ellas se hace constar que Bretón diferencia sin problema el bien y el mal, pero quieren estar completamente seguros de que este hombre, que tiene en jaque a la Policía desde hace 64 días, no padece ninguna lesión orgánica. La psicopatía afecta a la voluntad, no a la inteligencia; por tanto, quien tiene este perfil no es un enfermo y sí imputable.

Egocentrismo
Antes que ellos, un psiquiatra y una psicóloga de la cárcel se entrevistaron con Bretón. Estas pruebas iniciales señalan en una dirección: características de psicópata. Algunos de esos rasgos genéricos son la frialdad emocional, la incapacidad para ponerse en lugar del otro, la exacerbación de uno mismo. El psicópata carece de empatía, de arrepentimiento; le puede su egocentrismo, y no es infrecuente que protagonice malos tratos o abusos. Es lo que marca el manual y lo que el comportamiento del sospechoso apuntala.

La Sección de Análisis de la Conducta de la Policía, cuyos miembros combinan la doble faceta de agentes y psicólogos, analizó a instancias del juez instructor la grabación del interrogatorio de Bretón cuando fue detenido. Una hora y quince minutos de preguntas y respuestas. Detectaron que Bretón no aparentaba sentir ninguna emoción (o sufre un trastorno neurológico —bloqueo— o es un psicópata), de ahí que consideraran imprescindibles pruebas psiquiátricas en profundidad. Advirtieron —palabras, gestos, silencios y movimientos— que el interrogado mentía y que incurrió en contradicciones; también que se ajustaba al guión de su relato y que no le importaba seguir manteniendo el daño. Por eso, el «dueño del secreto» admite que tiene la clave, como publicó «Interviú», pero no piensa contarla.

«Es rápido, inteligente y hábil, aunque no lo suficiente como para que no se le note. Miente lo justo; habla sin eludir preguntas, pero procura no meterse en charcos. Su forma de expresarse es correctísima, de un nivel medio alto», indican los psicólogos que le han visto. Los expertos piensan que tanto su posible trastorno obsesivo-compulsivo como su capacidad manipuladora —corroborada por su ex mujer— son un «extra».


Ya durante los exhaustivos registros en su finca provocó el pasmo de los investigadores. Agotados y frustrados, les espetó cuando anochecía: «Ustedes no se preocupen, que yo los invito a todos a cenar. Tengo latas y la nevera surtida». Además, insistió en marcharse en plena búsqueda para ver el fútbol. Las dos hogueras que encendió en «Las Quemadillas», las bolsas de basura que fue arrojando a contenedores donde había cámaras, el lugar donde aparcó en el parque... Los agentes sospechan que todo forma parte de una treta, de un teatro planificado para despistarlos.

Su peculiar personalidad trae de cabeza a funcionarios e internos. La obsesión por el orden y la limpieza llevada al límite ha provocado pequeños conflictos. No toca nada directamente: ni una silla, una mesa, una puerta o a una persona. Usa toneladas de pañuelos de papel, pero cuando se le acaban tampoco cede y recurre a rollos de papel higiénico. Sus manos recubiertas de blanco «tisú» son ya un clásico en el módulo de ingresos de Alcolea.

«Se puede tener un trastorno obsesivo sin que sea una patología, es decir, que no te bloquea la vida», aclara el psicólogo clínico Pedro Rodríguez. Este experto se pregunta: «¿Por qué nos empeñamos cuando ocurren casos poco comprensibles en que el autor está loco? Existen la maldad y el odio llevados al extremo».

La pulcritud le alcanza a Bretón para criticar a todo el que se le pone a tiro. Los compañeros de celda no tienen buena educación, no saben comportarse y no se lavan mucho. Es su eterna cantinela. Del primer interno de apoyo que tuvo le fastidiaba que comiera con la boca abierta; sus acompañantes de patio (entre dos y tres reos) tampoco colman sus expectativas. Ni le gusta el preso de día ni el de noche. Su reino no parece estar entre esas cuatro paredes. Según los psicólogos, los individuos con rasgos psicopáticos «suelen hacer una escenificación y mantenerla en el tiempo para lograr su objetivo». Sea o no su perfil, Bretón sigue jugando con el tiempo.
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