bitacoras.com / madrid
Echando un vistazo a algunas de las fotografías que circulan en la red sobre esta ciudad, podríamos pensar que se trata de una urbe imaginaria, casi de ciencia ficción, al más puro estilo Mordor o Dune.
Para encontrar los orígenes de Norilsk debemos remontarnos a 1920, año en el que fue fundada; poco después, en 1953, adquirió el estatus de ciudad cuando fue ampliada para formar parte de un complejo minero-metalúrgico perteneciente al sistema de campos de trabajos forzados GULAG. En aquel momento el gobierno soviético trasladó hasta allí a miles de "esclavos", construyendo esta ciudad en medio de las estepas heladas, y derrochando miles de millones de rublos en equipamiento especial para operar a temperaturas bajo cero.
La razón no era otra que el níquel, una valisísima materia prima que tiene en Norilsk el mayor depósito del planeta, no en vano, la actual compañía minera explatodara del mineral, la MMC Norilsk Nickel, es la principal generadora de empleo en la zona.
Pero la factura que tienen que pagar las personas que viven en allí es demasiado alta. Su atmósfera recibe cada año unas 4 millones de toneladas de cobre, plomo, níquel, arsénico o selenio; no existe un sólo un árbol en un radio de 48 kilómetros a causa de la lluvia ácida provocada por la fundición de níquel; debido a su latitud, los habitantes sufren 45 días de noche permanente al año, con bajísimas temperaturas que alcanzan los 50 grados bajo cero y vientos de hasta 25 metros por segundo. La erosión continua que provoca el permafrost y un nivel de vida bajo, se encargan del resto. Así es Norilsk, la ciudad donde la nieve es negra , el aire huele a azufre, y la esperanza de vida es de sólo 46 años.