Úlima hora


domingo, 20 de noviembre de 2011

Sin hipotésis B en Córdoba

No hay plan B". Esta rotunda afirmación, en el caso de la desaparición de los hermanos Ruth y José, de seis y dos años, quiere decir que la policía, 43 días después de que se perdiera la pista de los dos pequeños, sigue considerando al padre, José Bretón, como el único responsable de la angustiosa ausencia de los pequeños. Ahora mismo no hay más línea de investigación ni hipótesis de trabajo. Solo el padre sabe dónde están sus hijos, opinan los agentes. Cualquier otra posibilidad es considerada una pérdida de tiempo.


La policía tiene en Madrid una unidad central especializada en homicidios y desapariciones complicadas, como la de los niños de Córdoba. Ruth y José no llevaban ni tres días volatilizados cuando cinco de esos investigadores se trasladaron a capital cordobesa a echar una mano en unas pesquisas que ya se veía que iban a ser complejas.

En los primeros momentos en los que el padre fue interrogado como testigo y denunciante de la desaparición de sus hijos, compartiendo muchísimas horas en comisaría y en la finca de los abuelos paternos de las Quemadillas, a un veterano policía se le escapó una frase: "Este tipo está loco. Se ha enrocado y no vamos a poder sacarle qué cojones ha hecho con sus hijos". Y lo dijo después de que el padre se sincerara con otro agente y le confesara cabizbajo: "Yo soy el responsable, pero no estoy preparado aún. Mañana lo contaré todo". La frase la reveló Interviú, pero al día siguiente, Bretón tampoco habló y fue detenido.

Algunos policías curtidos sostienen que a estas alturas si el padre no ha dicho nada, ya nada va a decir. No lo hicieron los imputados por la desaparición y muerte de la joven Marta del Castillo, cuyo cadáver no ha sido encontrado, ni parece que lo vaya a hacer José Bretón.

Después de que la policía haya puesto literalmente patas arriba el terreno y las construcciones de la finca de las Quemadillas, donde los agentes siempre han creído que el padre escondió los cadáveres de sus hijos, no son pocas las personas que se plantean: "¿Y si no ha sido él?" No sería la primera vez que un inocente es acusado, e incluso condenado.

Pero aun así, para los investigadores y para el magistrado José Luis Rodríguez Lain no hay otro sospechoso. Y no lo hay porque la pista de Ruth y José empieza y termina en el padre. Y este no ha sido capaz, a pesar de las veces que ha sido interrogado, de ofrecer un relato coherente de lo que hizo con sus hijos la tarde del sábado 8 de octubre.

Hasta ahora el padre ha mantenido que la tarde de la desaparición acudió al parque Cruz Conde de Córdoba con sus dos hijos y que fue allí donde les perdió de vista.

Pero hay una cuestión para la que ni el controvertido abogado de Bretón, José María Sánchez de Puerta, tiene respuesta, y es por qué nadie vio a Bretón llegar con sus hijos al parque. Nadie, porque ninguna de las personas que a esas horas estaban en el recinto y que han sido interrogadas recuerdan haber visto a los niños con el padre. La gente tiene mala memoria y podrían no recordar. Pero tampoco los grabaron las cámaras. Y la policía ha revisado las imágenes de todos las dispositivos de seguridad que hay en el recorrido que dijo haber hecho el padre esa tarde.

Además, en los alrededores del parque encontraron una que a las 18.09 horas de ese sábado captó el Opel Zafira verde de Bretón, que denunció por teléfono a las 18.40 la desaparición, ocurrida, dijo, a las 18.20. Hay fuentes que aseguran que las imágenes muestran con claridad que el conductor va solo, sin rastro de los pequeños en la parte trasera. TVE aseguró que la policía realizó el lunes pasado una reconstrucción usando el coche del padre y colocando dos muñecos en la parte trasera para comprobar si la cámara les veía.

A estas alturas los investigadores se encuentran en un callejón sin salida y temen que en los próximos días el juez no tenga más remedio que acabar aceptando la petición de libertad de José Bretón, ante la ausencia de nuevas pruebas. Una opción que en algún momento se ha valorado para ver si el padre de los niños, sin la protección de la cárcel, se rompía y confesaba.

Por el momento en la finca de las Quemadillas ya no van a buscar más. No queda ni un milímetro de las 6.000 hectáreas de cultivo en el que mirar, ni un rincón de las dos casas por inspeccionar. El jueves los abuelos regresaron a la parcela para coger naranjas.

A muchos les sorprende el hermetismo de la madre. No piensa hablar y ha derivado toda interlocución en su amiga Esther, que a diario aparece ante los medios con una sonrisa que ella asegura que es la esperanza que conservan de que los niños aparezcan con vida.

En algún momento se dijo que el silencio de la madre respondía a una recomendación de la policía, pero lo cierto es que a estas alturas no hay investigador que frene a una madre si quiere salir ante la opinión pública a exigir, pedir o suplicar saber dónde están sus hijos. Otros padres lo hicieron: los de Mari Luz Cortés, los de Marta... Quizás acostumbrados como estamos a esa actitud, sorprende el hermetismo de una madre, veterinaria de la Junta de Andalucía, que el día antes de la desaparición de sus hijos recibió un ramo de rosas y una carta de su exmarido pidiéndole que regresara con él.

Ella había decidido divorciarse. Y en algún momento de esas discusiones, Bretón, exmilitar y en paro, la había amenazado con impedir que volviera a ver a sus hijos si no volvían a estar juntos. Ese es el único móvil que por el momento contemplan los investigadores: la venganza de un padre despechado.




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